El Laboratorium de Bergara expone unas estelas con inscripciones en vasco antiguo del siglo I y II halladas en la margen derecha del Ebro
A lo largo de las últimas décadas en la zona del Alto Soria han ido apareciendo decenas de estelas funerarias con inscripciones en euskera arcaico que, según los arqueólogos, reafirman la hipótesis de que en esas tierras, incluso antes de los romanos existieron asentamientos vascos. Porque la muerte es algo que nuestros ancestros y nosotros tomamos muy en serio y que no da lugar a equívocos, es por eso que recordamos a nuestros seres queridos con unas palabras siempre escritas en nuestra lengua materna.
Estos hallazgos renuevan por completo la visión tradicional que se tenía de que la margen derecha del Ebro estuvo poblada por pueblos celtas antes y durante la invasión romana. Y una pequeña, pero no por ello menos importante muestra que tira por tierra esa teoría es la exposición de media docena de estelas funerarias sorianas perteneciente a la segunda mitad del primer milenio antes de Cristo y los cinco restantes, con la cronología romana de los siglos I y II podrá disfrutarse en el museo Laboratorium, en Bergara, hasta el 20 de diciembre.
Eduardo Afaro, doctor en Arqueología -centrado en el estudio y la divulgación de grabados e inscripciones de la época celtibérica y especialista en pequeñas urbes romanas en el norte de Soria- es el alma de esta exposición que ve la luz en Euskadi tras la primera muestra que organizó en 2019 en Soria.
Sin embargo, desde la llegada del hallazgo al País Vasco, las visitas se han visto multiplicadas, desbordando las expectativas, y en que según palabras del propio Afaro, “ha sido evidente el interés y cariño por el euskera”.
Estelas protovascas
Sesenco es uno de los nombres hallados en los epitafios, recordando a “zezenko” que en euskera significa “torito” o “novillo” y que según Alfaro, “su sonoridad poco tiene que ver con lo celtíbero”. Oandissen (de oihandi), Buganson, Haurce, Belscon, Agirsen, Lesuridantar o Arancis son otros de los nombres descubiertos, los cuales se componen de “aran” (ciruelo silvestre, espino, endrina) que trabajos posteriores han vinculado con el valle del Ebro y que consolida la teoría de que se trata de un vasco antiguo, protovasco o vasco-aquitano.
Las estelas halladas se corresponden con habitantes habituales del Alto Soria. No se trata de visitantes puntuales ya que sus epitafios contienen nombre de hombres y mujeres de edades y condiciones distintas, lo cual indica que allí se estableció un grupo de prerromanos estable. En una de las inscripciones, hayamos también vestigios del latín pudiendo diferenciarse el nombre de Saturninus quien parece pudo ser un esclavo de la época.
La explicación de este hallazgo parece sustentarse en que los vascos se sintieron atraídos por la riqueza de las tierras de la zona y que por motivos económicos (por las buenas cosechas de estas tierras en verano) decidieron asentarse en este lugar.
El euskera es uno de los idiomas más antiguos de Europa y que más misterios genera puesto que nadie sabe su origen real y parte de su historia pasada es desconocida. Este descubrimiento arroja un poco de luz sobre nuestras raíces y nos da esperanzas de que al cabo de unos años sigamos encontrando más datos e información que termine de completar nuestra historia como pueblo. Hasta entonces, podremos conformarnos con ver esta exposición, disponible hasta el 20 de diciembre en el Laboratorium de Bergara.