Cuando el euskera llegó a la animación culturizando a las nuevas generaciones
Nos ponemos nostálgicos para recordar un momento especial en la historia de la televisión y la cultura vasca. Hace unas semanas, se conmemoró el aniversario de la primera emisión en euskera de un episodio de Dragoi Bola, la popular serie de animación conocida internacionalmente como Dragon Ball. Este acontecimiento, que tuvo lugar en 1990, supuso un antes y un después en el mundo del doblaje y en la conexión de toda una generación con el idioma y la cultura vasca.
El pasado 20 de octubre, el Teatro Principal de Donostia fue escenario de un homenaje muy emotivo, dedicado a los profesionales que hicieron posible que Dragoi Bola hablara en euskera y que sus aventuras fueran entendidas y disfrutadas en el idioma propio de Euskal Herria. Fue una oportunidad única para escuchar las anécdotas y recuerdos de aquellos pioneros del doblaje, quienes, con recursos limitados, lograron dar vida en euskera a Goku y sus amigos. Entre esos profesionales estaba Amuritza, director de doblaje de la serie, quien recordó cómo, en una época en la que se trabajaba con técnicas y equipos bastante rudimentarios, lograron marcar una época y conectar emocionalmente con la audiencia.
Amuritza explicó que aquel esfuerzo no fue solo un trabajo profesional, sino también una misión cultural. Para muchos niños y jóvenes de los años noventa, “Dragoi Bola” no fue solo un espectáculo de aventuras y combates épicos, sino una herramienta de aprendizaje del euskera. La serie y su lenguaje se convirtieron en un vehículo cultural que ayudó a muchas personas a familiarizarse con el idioma, reforzando su identidad y ofreciendo entretenimiento en su lengua materna. Los diálogos, las canciones de apertura y cierre, y las características voces de los personajes en euskera siguen estando en el recuerdo de quienes crecieron con ellos.
Gora eta gora beti, Doraemon!
Durante el homenaje también se recordaron otras series como “Doraemon” y “Shin Chan”, igualmente emblemáticas en su versión euskera. Estas series, con sus memorables canciones de arranque y las voces únicas de sus protagonistas, se sumaron al legado cultural que marcó a toda una generación. Aquellos niños y jóvenes no solo disfrutaron de horas de entretenimiento, sino que también, casi sin darse cuenta, fortalecieron su vínculo con el idioma.
La jornada en Donostia fue un tributo a esos recuerdos y a las voces que acompañaron a tantos en su niñez y adolescencia. Porque lo que comenzó como una adaptación lingüística de dibujos animados se transformó en un fenómeno cultural que trascendió las pantallas.